Modo Avión | Indiferencia
Edición postelectoral del newsletter en el que tratamos de poner las cosas en perspectiva.
1 Alejarse de vez en cuando del ombligo aporta miradas más nutritivas. Tuve la suerte de viajar a Berlín, por cuestiones de trabajo, en medio del sprint final de la campaña electoral en Rosario. Fue una especie de détox de la política local. Por unos días me zambullí en los temores que se irradian en Europa por la posible expansión de la guerra en Ucrania, los drásticos cambios en el mundo a partir del nuevo paradigma que encarna Donald Trump y el avance de la ultraderecha cuasi nazi. Se hizo popular el término “cordón sanitario” para impedir que los nuevos fascistas lleguen al gobierno alemán, a partir de alianzas forzadas que tuvieron que tejer partidos de diferente color político.
En Argentina, ese “cordón sanitario” nunca se logró armar porque todos subestimamos de alguna manera a Javier Milei. La crisis política local parece más devastadora a la distancia, cuando escuchás las preguntas: “¿Cómo pudo pasar?”. El regreso fue bastante brutal, en medio del domingo electoral, cuyo escrutinio respondió en parte ese interrogante.
2 La indiferencia fue la ganadora de la elección en Santa Fe. Casi la mitad de los santafesinos prefirieron no ir a votar. No le interesó a la población elegir quién reformará la constitución, cuyo objetivo primordial es habilitar la reelección del gobernador. Tampoco generó estímulo decidir qué concejal será candidato en las elecciones del 29 de junio, una etapa que sembrará definiciones sobre el próximo intendente. ¿La bronca que se expresó en el voto a Milei viró hacia la indiferencia?
La clase política no hizo nada para generar entusiasmo. No existió un debate sobre cómo será la nueva constitución, sino todo lo contrario. Nadie se animó a discutir sobre lo que sabe muy poco, como sucedió con los dos expresentadores de TV que encabezaron las listas en Rosario, Juan Pedro Aleart y Ciro Seisas. El candidato de Más por Santa Fe, Juan Monteverde, se quejó de que quedó excluido de las coberturas de los medios locales, que también fueron pobres.
El cambio que se dio a nivel de la comunicación también desorienta a los políticos: se les hace difícil llegar a la gente. A algunos, como a Juan Pedro Aleart sobre todo, los favorece. Pero la indiferencia también se hace fuerte en las redes, donde los reels circulan a costa de dinero que se inyecta pero nadie quiere verlos. Ya quedaron vetustos esos videos de candidatos que caminan por un barrio y saludan a los vecinos. Nadie sabe bien cómo hacer campaña porque los medios tradicionales, hoy en decadencia, dejaron de ser interlocutores. Y el verano de las redes parece haber terminado. Se montaron streamings para hacer campaña que también fueron un fracaso. Hoy no hay ningún mecanismo de comunicación efectiva. Y esa desesperación por generar atención deriva en papelones.
La política, en la que incluyo a los medios de comunicación, atraviesa quizá uno de los momentos más patéticos de los últimos años. Javier Milei usa X con rabia. Grita, insulta, miente. Acá casi nadie se anima a usar ese estilo. La única que utilizó ese método, aunque con menor virulencia, fue Amalia Granata, que quedó tercera a nivel provincial en la categoría de convencionales constituyentes. No le fue nada mal, aunque las jugadas más oscuras transitan por el subterráneo de las redes, con el formato anónimo. Ahí se invierte mucho dinero.
La boleta única contribuyó a que el debate quedara aún más marginado, porque sigue teniendo relevancia el recorte del rostro del candidato que aparecerá en la papeleta. Nadie quiere hablar porque quedan expuestas las debilidades. Es un círculo vicioso de desinterés. Y un tema al que todos estaban abonados, como la inseguridad y la violencia narco, quedó marginado de los discursos tras la fuerte baja en los homicidios este año. La crisis económica que agobia y entristece también aporta caminos sin salida, incluso resignación.
3 A pesar de todo, el resultado electoral dejó pistas sobre el futuro político de Rosario. En la categoría de concejales, una función deslucida y sobredimensionada en esta ciudad, reapareció la división por tercios, pero es diferente a lo que se daba cuando gobernaba el socialismo. El oficialismo municipal quedó tercero, con una candidata que debutó en el plano electoral, como Carolina Labayru. En la intendencia confían en que mejorarán su perfomance, pero el riesgo es que se vuelva a polarizar la elección, como ocurrió en 2019, y el javkinismo quede afuera. Monteverde salió fortalecido, con una apuesta por dentro del PJ que resultó efectiva y a pesar de aliarse con personajes que generan espanto. Aleart es la apuesta de los libertarios, que van a invertir en ese proyecto mucho dinero y que por ahora parece aislado. Pero ya nadie lo subestima en la clase política.
El problema es si la indiferencia se transforma en resignación. Y eso es lo que empieza a asomar en la Argentina ante la falta de antídotos o “cordones sanitarios”.